Más allá de eso, al referir la necesidad de que las acciones del «marcaje» sean coordinadas con los compañeros (al considerarlos como «referencias de posicionamiento»), Castelo acentúa su dimensión colectiva. Por eso, nuestros asesores han seleccionado una gama de productos de diferentes calidades y precios para adaptarse a la equipacion barcelona 2020 necesidad de cada cliente. Te lo contamos todo paso a uno de los productos Troma tienen algo. ”. Aquí, es evidente que es la referencia adversario directo la que nos lleva a «jugar en reacción». Son las carencias organizativas de una equipo las que llevan, no raras veces, a lugares comunes como el «tenemos que correr más que el adversario para ganar el partido», al «vertigo» por la dimensión física del «juego» y al «defensivismo». En el “juego en zona” de Marziali y Mora (1997), el jugador adversario en posesión del balón debe tener la sensación de estar jugando contra once jugadores.
Castelo (1986) añade que los comportamientos técnico-tácticos del «marcaje» se manifiestan a través de un posicionamiento en función del balón, de los adversarios, de los compañeros y de la portería. Fundamentalmente, nos preocupa el tipo de «intervención» a emprender sobre los adversarios sin balón, sobretodo cuando el autor afirma que la «defensa en zona» “es la ley de todos contra uno”, pues la eficacia y la propia existencia de coberturas y apoyos permanentes entre los distintos jugadores estará, según nuestra opinión, directamente relacionada con la naturaleza de esa «intervención».En el fondo, advertimos que cuanto más los comportamientos de los defensas dependiesen del posicionamiento y movimiento de los jugadores adversarios, más difícil será que la intención de cobertura y ayudas permanentes subsista en el seno del equipo. En un intento de sustentar esta convicción, es importante recurrir a Queiroz (1983) y a Castelo (1986), autores que sintetizan el concepto de «marcaje» como el conjunto de acciones técnicotácticas individuales de naturaleza defensiva, desenvueltas en el absoluto respecto por los principios defensivos, que permiten la anulación y la cobertura de los adversarios y de los espacios libres. También no debemos hablar de modernismo, en la medida en que escuelas futbolísticas tan célebres y antiguas como la británica, la húngara o la sudamericana, dan lecciones sobre «la defensa en zona» desde hace décadas (Valdano, 2002). La definición más antigua de «defensa en zona» que nos fue posible encontrar en la literatura fue la de Garel (1974, cit.
Para Yagüe Cabezón (2001), el empleo de la «defensa en zona» es imprescindible “para configurar un contexto de juego que facilite el pressing”. Entonces, si se acepta que los espacios no tienen todos el mismo valor (y que ése varía de acuerdo con la posición de la bola), descubrimos que, más que dividir el terreno de juego en zonas y atribuir una a cada jugador, cada jugador entenderá, de forma coordinada con los compañeros, lo que es ocupar /cerrar diferentes espacios (zonas), de acuerdo con la posición de la pelota. Para eso, explican, cada jugador, en función de la posición del balón, debe cubrir un cierto espacio (zona), a través de «marcajes en zona» (también designadas como «marcajes en anticipación»). Y, de hecho, a pesar de que estemos totalmente en desacuerdo, estamos considerando que es esa la perspectiva más frecuente que se tiene de la «defensa en zona». La «totalidad» (la organización defensiva), las relaciones a destacar entre las «partes» que lo constituyen (los jugadores) y las tareas a realizar por cada una de ellas aisladamente, serán manifiestamente diversas, conforme a la(s) referencia(s) que se considera(n) y respetando la jerarquía (establecimiento de prioridades). Si «marcar» implica una aproximación, implica también persecución (basta que el adversario se mueva) y perseguir es perder de vista la referencia del balón, comprometer los escalonamientos y las coberturas y, de ese modo, poner en riesgo la cohesión del bloque defensivo.
«marcando» al adversario que entra allí intentando arrebatarle el balón. “No hay organización que resista cuando el talento del jugador aparta a uno o a dos adversarios del camino. Mas, si pensamos en esta forma de defender como una intención colectiva de cerrar los espacios de juego con más valor (los espacios próximos a la pelota), fácilmente descubrimos que ella es posible de concretizarse en cualquier zona del terreno. Por eso, cuando Garganta dice que Ricardo Carvalho «anda detrás del juego», tenemos que resaltar que el «jugar» del jugador en equipo es «fabricado» y que, precisamente por eso, se muestra según unas «reglas» (principios de juego). Aquello que se debe fundamentalmente alcanzar es cerrar los espacios y así condicionar a los adversarios.” (Frade, 2002) Al realizar una breve revisión sobre el entendimiento que se tiene de «defensa en zona», rápidamente nos damos cuenta de los diferentes significados que le son atribuidos, bien como dos términos muy ambiguos o se define con ideas poco claras (por veces hasta contradictorias).